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¿Qué hizo que Jesús se enojara? La justa ira de Jesús (con video)

A menudo se ve a Jesús como un amable maestro y sanador, pero sus acciones muestran que también podía sentir frustración e ira, al igual que nosotros. Sus respuestas pueden darnos una idea de cómo debemos manejar nuestra ira.

Last Updated:
January 10, 2024
March 13, 2023
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8 minutos de lectura

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¿Está familiarizado con las historias de la Biblia que ilustran cómo Jesucristo respondió a diferentes situaciones? Por ejemplo, ¿alguna vez te has preguntado cómo reaccionaba Jesús cuando estaba enojado? ¿O qué hizo que Jesús se enojara? Es fundamental comprender cómo respondió Jesús a la ira, especialmente en un mundo en el que muchos no saben cómo responder a sus emociones.

A menudo se ve a Jesús como un amable maestro y sanador, pero sus acciones muestran que también podía sentir frustración e ira, al igual que nosotros. Sus respuestas pueden darnos una idea de cómo debemos manejar nuestra ira. Desde regañar a quienes abusaron de su poder hasta expresar su descontento con la clase dirigente religiosa de su época, veamos algunas de las maneras en que Jesús expresó su ira justificada en la Biblia.

1. Jesús limpia el templo de los cambistas

Jesús estaba harto de que el templo se hubiera convertido en un lugar de compra y venta en lugar de usarse como casa de oración. Su mensaje a quienes sacaban provecho del templo fue inequívoco: desaprobaba sus acciones. (Marcos 11:17)

Jesús nos mostró que está bien mostrar una ira justa en respuesta a la injusticia. En el mundo actual, con frecuencia dudamos en defender lo que es correcto. Tenemos miedo de ofender a alguien o de hacer que se sienta incómodo. Pero Jesús se aseguró de dar a conocer su punto de vista sin dudarlo.

Debemos recordar que Jesús no era solo una figura pacífica que nunca expresaba enojo o emoción; ¡era un hombre de verdad que sentía pasión por ciertas cosas y no tenía miedo de decirlo! Vemos esto en muchas otras historias de las Escrituras, como cuando habló con los fariseos y escribas en Mateo 23:13-36.

Aquí podemos aprender del ejemplo de nuestro Señor y Salvador: ¡no tengas miedo de decir tu verdad ni de defender lo que es correcto! ¡Recordemos la pasión y el coraje de Jesús cuando nos enfrentamos a la injusticia para que podamos actuar!

2. Jesús reprende a los fariseos

Un día, Jesús caminó por el templo y vio a personas que compraban y vendían cosas. Se puso furioso al ver esto porque sabía que estaban restando reverencia a la casa de Dios. ¡Así que tomó medidas y los echó del templo con un látigo! Fue un acto de ira justificada de su parte, pero también un acto de amor al tratar de restaurar la santidad en la casa de Dios.

Los fariseos también estuvieron presentes cuando Jesús estaba limpiando el templo, pero en lugar de apoyarlo, comenzaron a acusarlo de no respetar sus leyes. En respuesta, Jesús no se limitó a guardar silencio, ¡sino que proclamó audazmente que no tenían autoridad sobre él ni sobre su Padre celestial! Sus palabras fueron fuertes y directas: una clara reprimenda por sus acciones.

En Mateo 9:10-13, Jesús estaba cenando en la casa de Mateo, y muchos recaudadores de impuestos y «pecadores» vinieron y comieron con él y sus discípulos. Cuando los fariseos vieron esto, preguntaron a sus discípulos: «¿Por qué su maestro come con recaudadores de impuestos y «pecadores»?». Al escuchar esto, Jesús dijo: «No son los sanos los que necesitan un médico, sino los enfermos. Pero vayan y aprendan lo que esto significa: «Quiero misericordia, no sacrificio». Porque no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores».

Impedir que las personas busquen a Dios hace que Jesús se enoje. Cenó con recaudadores de impuestos y pecadores, incluso cuando eso provocó que las personas religiosas lo calumniaran.

En otro caso, cuando los fariseos se negaron a responder a las preguntas de Jesús, «Él miró a su alrededor con enojo, consternado por la obstinación de sus corazones» (Marcos 3:5)

A menudo pensamos que la ira es una emoción egoísta y destructiva que debemos erradicar por completo de nuestras vidas. Sin embargo, estas historias nos enseñan que, a veces, debemos ser lo suficientemente valientes como para defender nuestras creencias, incluso si eso significa alzar la voz en contra de quienes se oponen a nosotros. Como seguidores de Cristo, ¡debemos sacar valor de este ejemplo y usar nuestras voces para proclamar la verdad dondequiera que sea necesaria! Recordemos estas lecciones de Jesús para vivir una vida que honre a Dios.

3. Jesús condena a los hipócritas

La Biblia nos dice que Jesús se encontró con los escribas y fariseos en Mateo 23:33. Los consideraba hipócritas porque afirmaban seguir la ley de Dios pero no practicaban lo que predicaban. Dijo que sus corazones no estaban interesados en ello y que, en lugar de guiar a las personas por el camino de la rectitud, las estaban desviando. Su ira contra estos hipócritas demostraba su pasión por la justicia y la verdad.

Jesús estaba molesto porque estos líderes religiosos engañaban a las personas con falsas enseñanzas y les negaban el acceso a la gracia de Dios. Quería que todos tuvieran la oportunidad de recibir la salvación, independientemente de sus antecedentes o de su capacidad para entender las leyes y prácticas religiosas. A través de sus palabras, podemos ver lo importante que es mantenernos fieles a nuestras creencias y ser honestos con nosotros mismos y con los demás.

La condena de Jesús a los hipócritas nos recuerda que debemos mantenernos fieles a nosotros mismos, incluso cuando nos enfrentemos a las críticas o los juicios de quienes nos rodean. Para seguir el ejemplo de Jesús, debemos esforzarnos por ser honestos en todos los ámbitos de nuestra vida, ya sea en nuestras relaciones o en nuestro viaje espiritual, ¡para experimentar la plenitud de la vida que Dios ha querido para nosotros!

4. Jesús denuncia a quienes lo rechazan

Uno de esos momentos llegó cuando Jesús estaba enseñando en los patios del templo. La gente de allí tenía dificultades para entender su mensaje, así que empezaron a burlarse de él. Esto enfureció mucho a Jesús, y los denunció por su falta de fe. Dijo: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque cerráis el reino de los cielos a los hombres, porque ni vosotros entráis ni dejáis entrar a los que estáis entrando».

A veces es fácil olvidar que Jesús no solo es una persona amorosa, sino también alguien que habla con sinceridad y pasión sobre la voluntad de Dios. No tenía miedo de decirle a las personas lo que necesitaban escuchar, incluso si eso las hacía sentir incómodas. Y si bien esto podría interpretarse como enfado según algunos criterios, era una expresión de su profundo interés y preocupación por las personas con las que hablaba.

Es importante recordar que, aunque Jesús es gentil y bondadoso, sigue defendiendo firmemente la verdad de la Palabra de Dios y no tolerará a nadie que la rechace o niegue su poder. Así que esforcémonos por aceptar sus enseñanzas y seguir su ejemplo todos los días, no solo porque no tenemos otra opción, sino porque queremos vivir una vida que lo honre.

5. Jesús rechaza las tradiciones de los ancianos

Jesús rechazó las tradiciones de los ancianos y se negó a regirse por sus normas y reglamentos. Sabía que estas leyes creadas por el hombre constituían una carga innecesaria para la gente, por lo que se negó a cumplirlas. En cambio, abogó por una conexión más directa con Dios que pudiera lograrse mediante la oración y la obediencia.

Esto demuestra que Jesús sentía pasión por su misión y no toleraba a quienes querían impedir que las personas experimentaran la verdad del amor de Dios. También podemos ver esto en otros lugares de las Escrituras. Por ejemplo, cuando Jesús habló de la proximidad del Reino de los Cielos, se opusieron a él quienes querían aferrarse a las viejas tradiciones en lugar de aceptar lo que Dios estaba haciendo en medio de ellos.

Jesús sabía que seguir estas leyes hechas por el hombre restaría valor a la experiencia de la verdadera libertad en Cristo. Es por eso que desafió a quienes estaban estancados en sus caminos y los alentó a abrir sus corazones y mentes a una nueva forma de vida a través de la fe en Él. Aclaró que para vivir una vida llena de gozo y paz, debemos salir de nuestra zona de confort y seguirlo de todo corazón.

6. Jesús reprende a los judíos incrédulos

En Juan 8:24, Jesús les dice a los judíos que morirán por sus pecados si no creen en él. Esta es una poderosa declaración de reprensión e ira hacia quienes no aceptan sus enseñanzas. Además, sirve para recordar a todos los creyentes que debemos permanecer fieles a nuestra fe o correr el riesgo de que Dios nos condene.

Jesús también expresó su frustración con los líderes religiosos de su tiempo en Mateo 23:13-15. Los llamó hipócritas por exigir una obediencia estricta por parte de la gente, pero por no cumplir con sus propias órdenes. Sus palabras son una severa advertencia contra los líderes creyentes que solo predican lo que quieren escuchar en lugar de vivir su fe.

De estos ejemplos se deduce claramente que Jesús no tuvo miedo de hablar en contra de quienes no lo seguían o no vivían de acuerdo con la Palabra de Dios. Debemos tomar nota de esto y esforzarnos por ser como él en nuestras vidas, sin comprometer nunca nuestras creencias y mantenernos firmes en lo que sabemos que es correcto. Recordemos que Jesús estaba dispuesto a expresar su enojo cuando fuera necesario, ¡y hagamos lo mismo!

7. Jesús reacciona ante la falta de fe de los discípulos

Veamos un caso en Mateo 17 en el que los discípulos lucharon con su falta de fe.

Fue una época difícil para Jesús, ya que pudo ver lo difícil que era para sus amigos entender lo que les estaba enseñando. A pesar de sus mejores esfuerzos, el miedo y la falta de fe les impidieron entender el poder de la fe. En respuesta, Jesús les dijo: «Oh, hombres de poca fe». Les recordó que, aunque tenían dificultades para creer en Él, Él sentía su confianza en ellos y quería que confiaran plenamente en Él.

Todos nos enfrentamos a momentos en los que sentimos que no estamos a la altura de nuestro potencial o dudamos de nuestras habilidades. Durante estos momentos, puede ser útil recordar el ejemplo que dio Jesús y su paciencia con sus discípulos. Aunque no siempre tuvieron la fe o la comprensión que Él deseaba, Él los amaba y quería lo mejor.

Cuando nuestra fe flaquee o no podamos seguir adelante, recordemos el ejemplo de Jesús —su paciencia y su guía amorosa a pesar de las circunstancias difíciles— para que podamos continuar el viaje de nuestra vida con renovada esperanza y confianza en nosotros mismos.

8. Jesús maldice una higuera

La historia tiene lugar en Marcos 11:12-14. Aquí, Jesús viaja a Jerusalén y tiene hambre. Se encuentra con una higuera pero, al inspeccionarla, descubre que solo tiene hojas y no tiene frutos. Por eso, en su frustración y hambre, maldice la higuera diciendo: «¡Que nadie vuelva a comer tu fruta!»

A primera vista, esto puede parecer una reacción exagerada. Sin embargo, tiene un significado más profundo que simplemente estar enojado por no tener comida. Al maldecir el árbol, Jesús intentó enseñar a sus discípulos sobre el poder de la fe y la oración. Demostró que si tienen fe, incluso algo tan aparentemente imposible como obtener fruta de un árbol estéril puede ser posible con el poder de Dios.

Esta historia nos enseña que, aunque nos sintamos frustrados o molestos, podemos acudir a Dios en busca de ayuda. Él nos dará la fuerza y el coraje para perseverar en tiempos difíciles. ¡Por eso es esencial mantener siempre nuestra fe viva y activa en nuestros corazones para superar cualquier obstáculo que se nos presente!

La historia de Jesús maldiciendo la higuera nos recuerda el poder de la fe en nuestras vidas. Nos muestra cómo Dios obra milagrosamente a través de nosotros si tenemos confianza y paciencia. Deja que esto te sirva de estímulo hoy. No importa la situación a la que te enfrentes o el desafío que tengas por delante, recuerda siempre permanecer fiel a Dios: ¡Él nunca te defraudará!

9. Jesús responde al joven gobernante rico

En este pasaje, un joven gobernante rico se acercó a Jesús y le preguntó cómo obtener la vida eterna. Jesús respondió diciéndole que tenía que obedecer los mandamientos y vender todas sus posesiones, pero el gobernante se fue triste porque no estaba dispuesto a hacerlo. Sin embargo, en lugar de responder con ira o frustración, Jesús nos mostró que es posible mantener la calma y el amor incluso en situaciones difíciles.

Jesús entendió que sin importar nuestras circunstancias, Dios siempre tiene un plan para nosotros, y es importante confiar en Él en cada situación. Así que, en lugar de frustrarse o enojarse por la respuesta del joven gobernante rico, lo amó incondicionalmente y le permitió tomar su propia decisión. Esto nos demuestra que seguir el plan de Dios depende en última instancia de nosotros, y que debemos tomar decisiones que nos acerquen más a Él en lugar de alejarnos de Él.

Podemos consolarnos al saber que Jesús es un excelente ejemplo de cómo debemos responder en tiempos difíciles, con amor y paciencia, incluso si no estamos de acuerdo con las acciones o decisiones de otra persona. ¡Podemos confiar en el plan divino de Dios para nuestras vidas mientras miramos hacia Su voluntad perfecta para cada uno de nosotros!

10. Jesús condena las ciudades impenitentes

Jesucristo era un hombre que tenía convicciones firmes. No tuvo miedo de expresar su ira santa cuando lo consideró necesario. En este caso, Jesús condenó algunas de las ciudades que visitó sin arrepentirse. ¡Podemos aprender mucho de este ejemplo!

Primero, observe cuán apasionado estaba Jesús por su fe y por lo que creía. No se echó atrás cuando se enfrentó a la oposición. Por el contrario, se mantuvo firme y habló en contra de quienes no estaban dispuestos a escuchar o cambiar su manera de actuar. ¡Este es un ejemplo de verdadera convicción!

En segundo lugar, considera las consecuencias de no escuchar las palabras y advertencias de Jesús. En última instancia, Dios destruyó las ciudades que se negaron a arrepentirse por su falta de fe en Él y en Sus enseñanzas. Esto nos sirve de recordatorio a todos: si no prestamos atención a las advertencias de nuestro Señor, ¡también podemos tener consecuencias nefastas para nosotros!

Finalmente, debemos recordar que, aunque Jesús se enojaba a veces, amaba a todos profundamente y quería que se alejaran de sus malas acciones y regresaran a Él. Podemos aprender de este ejemplo si nos damos cuenta de que, incluso cuando estamos enojados o molestos con alguien o algo, no significa que los amemos menos, solo significa que debemos tomar medidas para asegurarnos de que las cosas mejoren.

Debemos recordar las lecciones que Jesús nos enseñó a través de sus acciones: ¡nunca pierdas la esperanza en las personas que te importan, pero también asegúrate de que entiendan lo que esperas de ellas! Con paciencia y comprensión, todo es posible.

Conclusión

Podemos aprender mucho de las respuestas de Jesucristo a los judíos incrédulos, de la falta de fe de los discípulos y de los fariseos e hipócritas. Jesús no tuvo miedo de enojarse cuando protegía la voluntad de Su Padre. Sin embargo, habló con autoridad y convicción, y nos enseñó a tomarnos en serio nuestra fe. Debemos poner a Dios en primer lugar en nuestras vidas, no solo para nuestro beneficio sino también para Su gloria.

También podemos ver lo importante que es obedecer la Palabra de Dios. Cuando Jesús se enfrentó a quienes no estaban dispuestos a apartarse de sus caminos pecaminosos, les advirtió con severidad del juicio inminente si no se arrepentían. Esto nos demuestra que alejarnos del pecado no es algo que debamos tomar a la ligera o ignorar.

En conclusión, lo que enfureció a Jesús en la Biblia le recuerda su compromiso de hacer lo correcto y honrar a Su Padre Celestial. También nos recuerda que seguir a Dios fielmente trae recompensas, mientras que ignorarlo resulta en un castigo. Como creyentes, debemos tener la misma convicción y determinación que Jesús tuvo al vivir nuestra fe.

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