Los chismes han existido desde los albores de los tiempos, y es algo de lo que se habla a menudo en los círculos cristianos. Pero, ¿qué dice la Biblia acerca de los chismes? ¿Es un pecado en el cristianismo o hay otras interpretaciones?
Definición de chisme
Los chismes son un problema común que afecta a nuestra sociedad. Se define como compartir información, generalmente sobre otras personas, de manera cruel o maliciosa. Los chismes pueden presentarse de muchas formas y se pueden propagar de boca en boca, mensajes de texto, correos electrónicos y redes sociales.
La respuesta es sí con respecto a que los chismes son un pecado en el cristianismo. La Biblia nos advierte claramente que no debemos hablar mal unos de otros. Santiago 4:11 nos dice: «No habléis mal unos contra otros», Proverbios 16:28 dice: «La persona deshonesta siembra contiendas». Estas escrituras nos dicen que, según la Palabra de Dios, es incorrecto cotillear sobre los demás.
Puede ser un desafío evitar los chismes por completo porque a menudo ocurren sin que nos demos cuenta. Sin embargo, debemos controlar nuestras lenguas y no difundir cosas negativas sobre los demás. También debemos esforzarnos por ser honestos cuando hablamos de los demás y solo decir cosas amables y genuinas. Tomarte un momento antes de hablar puede ayudarte a evaluar si lo que dices es beneficioso o perjudicial para los demás.
Cuando nos enfrentamos a la tentación de cotillear o calumniar a otra persona, es importante recordar que Dios nos llama a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos (Marcos 12:31). Esto significa que debemos tratar a todos con respeto y amabilidad, sin importar cuánto nos hayan hecho daño personalmente. ¡Los chismes no son la solución! Así que, en lugar de ceder ante este comportamiento, concéntrate en llenar tus conversaciones con palabras alentadoras que traigan vida y no muerte.
Ejemplos bíblicos de chismes
En primer lugar, tenemos el caso de David y Betsabé que se encuentra en 2 Samuel 11-12. En esta historia, David espía a Betsabé desde su azotea mientras se baña y luego comete adulterio con ella. Los sirvientes esparcen esta indiscreción por todo el palacio y, finalmente, llega a oídos de Absalón, el hijo del rey David. Este episodio demuestra cómo los chismes pueden propagarse rápidamente y llevar a la destrucción si no se controlan.
El libro de Proverbios también ofrece fuertes advertencias contra el chisme y la calumnia de los demás. Proverbios 18:8 dice: «Las palabras del que susurra son como deliciosos bocados; llegan a las partes internas del cuerpo» (NVI). Aquí vemos que los chismes se comparan con una golosina dulce y sabrosa que es fácil de consumir pero que tiene consecuencias destructivas.
En Santiago 3:5-6, se nos advierte que nuestras lenguas pueden causar una gran destrucción: «Del mismo modo, la lengua es una parte pequeña del cuerpo, pero hace grandes alardes. Considera qué gran bosque es incendiado por una pequeña chispa. La lengua también es un fuego...» (ESV). Los chismes pueden encenderse como cualquier otra chispa, aparentemente inofensivos al principio, pero que rápidamente se convierten en algo mucho más destructivo si no se controlan o se apagan de inmediato.
De estos pasajes se desprende claramente que los chismes no deben tomarse a la ligera y deben evitarse a toda costa, ya que sus efectos pueden ser devastadores física y espiritualmente. Debemos conocer nuestras palabras para evitar destruir relaciones o incluso comunidades enteras con palabras malintencionadas.
¿Qué dice la Biblia acerca de los chismes?
La Biblia prohíbe los chismes y declara explícitamente que es un pecado. El libro de Proverbios contiene numerosos versículos que condenan explícitamente los chismes. Por ejemplo, Proverbios 16:28 afirma: «Una persona perversa suscita conflictos y los chismes separan a los amigos cercanos». De manera similar, Proverbios 18:8 afirma: «Las palabras de un chismoso son como bocados selectos; llegan hasta lo más profundo». Estos versículos sugieren que los chismes perjudican a quienes los escuchan y a quienes los difunden. Proverbios 11:13 dice: «Un chisme revela la confianza, pero una persona digna de confianza guarda un secreto».
Muchos versículos sobre los chismes en la Biblia indican que este ha sido un tema importante desde los tiempos bíblicos. Dice que cuando difundimos rumores o historias sobre otras personas que no son ciertas, estamos pecando de calumnia.
¿Qué más nos dice la Biblia acerca de los chismes? En primer lugar, habla en contra de hablar negativamente de los demás a sus espaldas (Romanos 1:29-30). En segundo lugar, Dios también nos dice que seamos amables y amorosos los unos con los otros (Efesios 4:29-32). Esto significa que cuando escuchamos algo malo acerca de otra persona, debemos guardarlo para nosotros y no compartirlo con los demás.
Proverbios 6:16-19 Este pasaje bíblico sobre los chismes dice que el SEÑOR Dios odia al testigo falso que dice mentiras y causa conflictos entre hermanos.
Éxodo 23:1 Los 10 mandamientos prohíben al pueblo de Israel calumniar y dar falso testimonio.
Es un mal inquieto, lleno de veneno mortal. — Santiago 3:8 55.
Mantén tu lengua alejada del mal y tus labios de hablar engaños. — Salmo 34:13 38.
Debemos recordar que los chismes pueden dañar nuestras vidas y las de los demás. Si queremos vivir de acuerdo con la voluntad de Dios, debemos evitar los chismes y, en cambio, centrarnos en fortalecer a quienes nos rodean con palabras de aliento y amor. Debemos esforzarnos por parecernos más a Jesús —decir la verdad con amor— y menos parecernos al mundo: difundir mentiras con nuestras lenguas.
Además del libro de Proverbios, otras partes de la Biblia también condenan los chismes. Por ejemplo, Romanos 1:29-32 enumera los chismes junto con otros pecados como «la depravación, la envidia, el asesinato, la contienda, el engaño, la malicia y los chismes». Del mismo modo, en 2 Corintios 12:20 se dice que Pablo teme que «pueda haber riñas, celos, arrebatos de ira, facciones, calumnias, chismes, arrogancia y desorden» cuando regrese a la iglesia en Corinto.
Está escrito en Mateo 12:34: «De la abundancia del corazón habla la boca». Si nuestra boca se apresura a hablar mal de los demás, ¿qué nos dice esto acerca de nuestro corazón?
En Mateo 12:36, Jesús dice: «Os digo que en el día del juicio la gente dará cuenta de cada palabra negligente que pronuncien». Esto demuestra que nuestras palabras son importantes para Dios y que debemos evitar los chismes.
El poder de las palabras en los chismes
Cuando se trata de chismes, siempre se debe considerar el poder de las palabras. En nuestro caminar cristiano, debemos ser conscientes de cómo y con quién hablamos. La Biblia deja en claro que nuestras lenguas pueden causar un gran daño en forma de chismes y calumnias.
Los chismes se pueden propagar rápida y fácilmente entre amigos, familiares y extraños. Puede arruinar una reputación y crear discordia y falta de armonía entre las personas. Proverbios 16:28 dice: «Una persona perversa suscita conflictos, y los chismes separan a los amigos cercanos». Por lo tanto, los cristianos deben guardar sus lenguas para no hablar mal de los demás o cotillear en torno a los demás.
En cuanto a los chismes, también debemos recordar que las palabras tienen un poder tremendo sobre nuestras vidas. Podemos elegir usar nuestras palabras para bien o para mal, ya sea para fortalecernos o para destruirnos a nosotros mismos o a otra persona. Efesios 4:29 dice: «Que no salgan de vuestra boca palabras corruptoras, sino solo aquellas que sean buenas para edificar, según las circunstancias, para que den gracia a los que escuchan».
Las palabras son herramientas poderosas que podemos usar para fines buenos o malos, así que tengamos cuidado con lo que decimos sobre otras personas y asegurémonos de que nuestras palabras edifican en lugar de destruir. Recordemos siempre que Dios escucha todas las cosas; no olvidemos su advertencia en Proverbios 12:18: «Las palabras imprudentes perforan como una espada, pero la lengua de los sabios cura».
Cómo se pueden detener los chismes
La Biblia nos da instrucciones claras sobre cómo manejar los chismes en nuestras vidas. En primer lugar, no debemos participar en los chismes; debemos evitar que la gente los comparta, por muy jugosa que sea la historia. En segundo lugar, si escuchamos algo sobre otra persona, no debemos repetirlo ni difundirlo más de lo necesario. En tercer lugar, si sabemos algo sobre alguien que pueda dañar su reputación o perjudicarle, es mejor guardarlo en secreto, a menos que nos haya pedido que lo compartamos o si necesita ayuda para resolver el problema.
La forma más eficaz de detener los chismes es confrontar a la persona que habla negativamente sobre otra persona y desafiarla directamente con sus palabras. Debemos alentarlos a ver la situación de manera diferente y a explicar con calma por qué sus palabras pueden herir o dañar la reputación de otra persona. Si bien enfrentarse a alguien puede resultar incómodo, los creyentes deben tomar una posición en contra de los chismes siempre que sea posible, incluso cuando eso signifique defender a quienes no pueden defenderse.
También es importante que los cristianos comprendan y reconozcan el poder de la oración cuando se enfrentan a estas situaciones: orar pidiendo sabiduría, coraje y fortaleza para las personas afectadas por este tipo de comportamiento puede marcar la diferencia para detener los chismes. ¡Así que hagamos cada uno nuestra parte, alzando la voz y orando, para asegurarnos de que se haga la voluntad de Dios para frenar este pecado entre los creyentes de hoy!
La necesidad de autocontrol
Debemos entender el poder de las palabras y sus consecuencias en relación con los chismes. Si no controlamos nuestras lenguas, las usaremos para sembrar la discordia y la división. Por eso es tan vital que aprendamos a ejercer el autocontrol en esta área.
Para evitar los chismes, necesitamos buscar la sabiduría de la Biblia. Según Proverbios 16:28, «Una persona perversa siembra conflictos, y un murmurador separa a sus amigos íntimos». Este versículo por sí solo debería hacernos hacer una pausa y pensar dos veces antes de entablar conversaciones vanas o difundir rumores sobre otra persona.
También es importante que recordemos que es mejor no decir algunas cosas. Debemos proteger nuestros corazones y dejar que el Espíritu Santo nos guíe en lo que está bien y lo que está mal. Si algo no se siente bien, es mejor no decir nada. Nunca podemos subestimar la importancia del autocontrol al cotillear o hablar mal de los demás.
Por lo tanto, si queremos vivir una vida que agrade a Dios, debemos esforzarnos por tener autocontrol en todas las áreas de nuestra vida, lo que incluye controlar nuestras lenguas para que no hablen chismes o calumnias. Debemos ser conscientes de que lo que sale de nuestra boca tiene el potencial de ser destructivo, pero con la ayuda de Dios, podemos optar por dar la vida a quienes nos rodean.
Lo que la Biblia enseña acerca de mantener buenas relaciones
La Biblia es clara en cuanto a que el chisme es un pecado. Nos advierte que debemos tener cuidado con nuestras palabras y mantener buenas relaciones con los demás. En el libro de Proverbios, se nos dice que «aparten de vosotros la boca engañosa» (Proverbios 4:24) y «andemos por el camino de los hombres buenos y guardemos las sendas de los justos». (Proverbios 2:20). Como cristianos, debemos ejercer el autocontrol cuando se trata de nuestra lengua y de lo que decimos de los demás.
La Biblia habla sobre la importancia de las buenas relaciones y cómo los chismes las perturban. Se nos ruega que busquemos la paz con todas las personas (Hebreos 12:14) y que «no salgan de vuestra boca palabras corruptoras» (Efesios 4:29). Hablar de tal manera que traiga discordia a las relaciones va en contra de la voluntad de Dios para nosotros. Podemos protegernos de esta tentación siendo conscientes de lo que decimos acerca de los demás y no permitiéndonos participar en conversaciones vanas o chismes.
También es importante para nosotros, como creyentes, ser conscientes de cómo tratamos a los demás. La Biblia nos enseña en Levítico 19:16-17: «No andarás como calumniador entre tu pueblo, ni te opondrás a la vida de tu prójimo; yo soy el SEÑOR». Este versículo nos dice que no debemos difundir rumores maliciosos acerca de los demás ni actuar de manera que los hieran. En cambio, debemos esforzarnos por lograr la armonía en las relaciones y tratar a todos con respeto y amor.
Se nos ha confiado un gran poder a través de nuestras palabras, ¡así que usémoslas sabiamente! Como seguidores de Cristo, debemos practicar el autocontrol al cotillear sobre los demás o hablar mal de ellos. En cambio, busquemos la paz y la unidad con los demás, usando nuestras palabras para bien y no para mal.
Los peligros de escuchar chismes
Cuando hablamos de chismes, hablamos de algo más que palabras vanas destinadas a herir a alguien. Por el contrario, hablamos de decir mentiras o exageraciones a espaldas de alguien para avergonzarlo o desacreditarlo. Este tipo de comportamiento es un pecado, como lo deja claro la Biblia.
Proverbios 11:13 dice: «El narrador revela secretos, pero el que es de espíritu fiel oculta un asunto». Cuando difundimos chismes, podemos dañar la reputación de los demás, lo que infringe el mandamiento de Dios de no dar falso testimonio (Éxodo 20:16). También corremos el riesgo de herir a quienes nos rodean al hablar mal de otra persona de manera maliciosa.
Debemos tener cuidado de no escuchar cuando otros hablan mal de los demás, ya sea en persona o en línea. En cambio, debemos esforzarnos por la unidad y centrarnos en fortalecernos unos a otros con amor y aliento (Gálatas 6:10). Recuerda: Dios nos juzgará a todos según nuestras palabras y nuestras obras, ¡así que escojámoslas sabiamente! Si somos amables y exigentes con lo que decimos y escuchamos atentamente con un corazón abierto, podemos trabajar juntos para lograr relaciones más saludables con quienes nos rodean.
Pasos prácticos para mantenernos alejados de los chismes
Como creyentes, entendemos que el chisme es un pecado y es algo que debemos evitar. Pero evitar los chismes no consiste solo en evitar hablar de otras personas, sino también en evitar escucharlos. Además, los chismes se propagan rápidamente, por lo que, si no tenemos cuidado, nuestras palabras pueden usarse en nuestra contra.
Entonces, ¿cómo evitamos los chismes? Empieza por reconocer el poder de nuestras palabras. Debemos ser conscientes de lo que decimos y de cómo puede afectar a las personas que nos rodean. Por ejemplo, supongamos que nos encontramos en conversaciones que se centran más en los aspectos negativos de la vida de otra persona que en los positivos. En ese caso, es hora de cambiar de tema o abandonar la conversación por completo.
También debemos cultivar intencionalmente relaciones con los demás que se basen en el amor y el respeto en lugar de en el juicio y la crítica. Esto significa ser conscientes de la información que compartimos con los demás y esforzarnos siempre por lograr la veracidad y la amabilidad en nuestras interacciones con ellos.
También implica establecer límites para ti mismo que te ayudarán a protegerte de los chismes o de participar en conversaciones dañinas sobre otras personas. Debemos esforzarnos por poner a Dios en el centro de todo lo que hacemos, incluidas las conversaciones con los demás. Evitar el chisme es más fácil cuando nos concentramos en Él. ¡Al hacer esto, podemos honrar a Dios con nuestras palabras y acciones diarias!
Evaluación de nuestros hábitos de chisme
Es esencial que entendamos las consecuencias de los chismes y cómo nos afectan como creyentes. Los chismes han existido desde el principio de los tiempos, y es un hábito del que debemos aprender a romper. Para lograrlo, debemos evaluar nuestras acciones y nuestros hábitos de cotillear.
Todos somos culpables de cotillear en algún momento de nuestras vidas. Tenemos que asumir la responsabilidad de nuestras palabras y acciones, así que considera qué tipo de conversaciones podrías tener a espaldas de las personas. Considera si tus palabras son edificantes o dañinas porque, como cristianos, debemos esforzarnos por lograr la excelencia en todo lo que decimos y hacemos.
La Biblia no declara explícitamente que el chisme sea un pecado, pero sí proporciona pautas sobre qué tipo de conversaciones son apropiadas para los creyentes. Por lo tanto, deberíamos centrarnos en edificarnos unos a otros con palabras positivas en lugar de criticarnos unos a otros de forma negativa. Este enfoque nos ayudará a ser mejores testigos del reino de Dios y a acercar a otros a Él en lugar de alejarlos.
Para evitar problemas con los chismes, trata de evitar situaciones en las que sepas que la gente hablará mal de otra persona o conversará sin sentido. En vez de eso, usa tu tiempo con prudencia y entabla conversaciones significativas que se fortalezcan espiritual y emocionalmente. Sea consciente de cómo habla: ¡piense antes de hablar! No olvides que si medimos nuestras palabras con cuidado y las elegimos sabiamente, pueden hacer maravillas para fortalecer las relaciones y glorificar el nombre de Dios.
Conclusión
En conclusión, los chismes están mal. Puede ser perjudicial e hiriente, incluso si el contenido de la historia es correcto. Cotillear sobre otra persona es un pecado en el cristianismo y debe evitarse a toda costa.
En última instancia, cuando se trata de chismes, el mejor curso de acción de los cristianos es centrarse en vivir su fe a través del amor y la bondad. Cuando tengan que hablar de otra persona, deben orar por esa persona y mostrar compasión en lugar de entablar una conversación maliciosa. Al seguir este consejo de la Biblia, los cristianos pueden permanecer fieles a su fe y practicar el amor por los demás, tal como nos enseñó Jesús.